Síndrome de la impostora, ¿tú también lo has sufrido?

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¿Alguna vez has sentido que no eres suficiente? Yo también lo he sentido. Por eso, este blog va dirigido para todas vosotras. Este sentimiento se denomina el síndrome de la impostora y, de hecho, personajes que han alcanzado lo que consideramos como éxito, tales como Michelle Obama, también lo han sufrido. Pero, ¿por qué tantas mujeres nos hemos sentido así a lo largo de nuestra vida?¿Qué nos limita a perseguir nuestros sueños? 

¿Qué es el síndrome de la impostora?

El síndrome de la impostora es un fenómeno psicológico en el que las personas dudan constantemente de sus logros y habilidades, a pesar de contar con evidencias sólidas que demuestran su competencia. Todos podemos haber sentido este síndrome, no obstante, hay estudios que afirman que afecta en su mayoría a las mujeres y el techo de cristal ha tenido una gran influencia en este fenómeno. 

¿Pero por qué nos ocurre? El éxito en varias ocasiones nos asusta porque consideramos que no lo merecemos. De hecho, muchas de nosotras atribuimos haber conseguido nuestras metas a la suerte u otros factores externos, pero desprestigiamos nuestra capacidad y talento. 

Este sentimiento de no sentirnos suficientes se relaciona directamente con la baja autoestima, puesto que la persona tiene una imagen muy pobre de sí misma. Además, este continuo tormento nos genera un estrés constante por la necesidad de demostrar que merecemos lo que tenemos y por el temor de que alguien descubra que no valemos para el puesto que desempeñamos.

Es importante recordar que no hay que normalizar el síndrome de la impostora, puesto que puede tener un impacto negativo en la salud mental de las personas, generando ansiedad y un sentimiento persistente de temor al fracaso que no les permite avanzar en sus carreras profesionales.

¿Cómo podemos empoderar a las mujeres para eliminar el síndrome de la impostora?

Empoderar a las mujeres para poder acabar con este sentimiento de síndrome de la impostora requiere de un proceso de esfuerzos individuales y de cambios por parte de la sociedad y el entorno laboral.

Además, tenemos un concepto erróneo de lo que pensamos que es ser buen líder. No debemos olvidar que poseer esta cualidad se trata de tener la capacidad de motivar y guiar a otras personas para que se comprometan de forma voluntaria para alcanzar los objetivos grupales. Por lo tanto, debemos entender que la capacidad de liderazgo no se basa en el género, ni se relaciona necesariamente con rasgos de personalidad típicamente asociadas a la masculinidad, sino que una mujer también puede ser una buena líder. De hecho, cada vez más empresas están apostando por mujeres para altos cargos. 

Por ello, para empoderar a las mujeres y eliminar el síndrome de la impostora, es esencial crear una cultura de apoyo y reconocimiento de sus logros. Se deben desafiar estereotipos de género y promover el liderazgo femenino, brindando oportunidades para que ocupen roles de liderazgo. Además, se debe fomentar el autocuidado y establecer metas realistas. Ofrecer apoyo profesional y políticas de conciliación laboral y familiar también es fundamental. Todo esto contribuirá a una sociedad más igualitaria y empoderada donde las mujeres se sientan confiadas y valiosas en sus capacidades.

¿Qué rasgos hacen que las mujeres puedan convertirse en buenas líderes de empresa?

A pesar de que ser un buen líder no depende del género, así como hemos mencionado previamente, las mujeres tienen una serie de rasgos que pueden hacer que sean perfectas para un puesto de alto cargo. 

Empatía. Las líderes muestran una habilidad innata para conectar y establecer vínculos personales con su equipo, apreciando no solo los aspectos laborales, sino también el lado emocional de cada miembro.

Trabajo en equipo. Promueven de manera instintiva la inclusión de todos los miembros del equipo, de manera que tienden a acoger y buscar activamente opiniones, propuestas e ideas de todos los integrantes.

Las mujeres tienen una gran capacidad de comunicación e inspiran a sus empleados. Saben escuchar de manera asertiva y motivan a su equipo creando un buen ambiente y confianza entre ellos.

Además, también tienen un mayor poder de negociación y resolución de problemas, puesto que favorecen a que los debates sean participativos y colectivos. Asimismo, tienen la habilidad de hacer tareas simultáneas, la mente abierta para adaptarse a los cambios y tomar decisiones basadas en un pensamiento analítico previo. 

No hay evidencias científicas que lo confirmen, pero se cree que hay algunos rasgos genéticamente que suelen ser más predominantes en las mujeres que los hombres, tales como son la empatía y las habilidades de comunicación. No obstante, la personalidad es un rasgo complejo y está influenciado por una combinación de factores genéticos, ambientales y culturales. Cada persona es única en términos de su personalidad y comportamiento, y no debe hacerse generalizaciones basadas únicamente en el género.

Por un futuro sin barreras: Rompamos el síndrome de la impostora y elevemos la sociedad hacia la excelencia

El papel de la mujer en decisiones de la compañía es esencial para poder crear economías más fuertes y alcanzar objetivos tanto de sostenibilidad como de desarrollo. Por ello, para poder avanzar, hay que romper barreras para poder acabar con este síndrome de la impostora para que podamos abordar todo nuestro potencial. 

En IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing (Pekín, 1995), ya se hablaba de que «el aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder con el objetivo de avanzar en la equidad de géneros» y Sanda Ojiambo, CEO del Pacto Mundial de Naciones Unidas también afirmó que «la evidencia es clara: cuando las mujeres están empoderadas, todos se benefician»

Una mujer empoderada es capaz de inspirar y guiar a otros hacia un futuro mejor. ¿Estás lista para empoderarte, liberarte del síndrome de la impostora y ser la fuerza que eleva a toda la sociedad hacia la excelencia?